miércoles, 23 de enero de 2013

Los "Talleres" del Ramiro



Aunque se habla de ellos en las Memorias de la promoción, y me parece recordar que también fueron tratados en la época de nuestros “email” masivos, quisiera dejar constancia aquí de lo que “me queda” de ellos.

En primer lugar la enseñanza (y sus contenidos) es un tema de actualidad. Y a mí me “sugiere” considerar, que después de las “tropecientas mil” leyes de educación que han existido en España desde nuestra época del Ramiro, aún nadie se haya dado cuenta, suficientemente, que los que en nuestro “plan de estudios” tuvimos “talleres”, los recordamos con cariño ya que fueron “…un complemento muy interesante, que no existía en ningún Instituto, y que nos aportaba una idea básica de los oficios, cosa importante para la vida.” (Son palabras de Manolo, en las Memorias de la Promoción).

Pero, para mí al menos, la cosa no queda ahí. No creo equivocarme al decir que disfrutábamos en ellos. No los veíamos como una obligación extraescolar, que nos hacía permanecer algunas horas más, por las tardes, en el Instituto. Y tampoco creo que el grato recuerdo sea debido a que los profesores fueran unos “excelentes maestros” (que no dudo lo eran en sus respectivos oficios), pero, casi olvidados sus nombres y sus caras, lo que nos queda es “la idea”… Sí, porque independientemente de que fuéramos de ciencias o de letras, todos tuvimos que pasar por un encuentro con la técnica y las tecnologías, las habilidades manuales, las dificultades de los oficios, la recompensa de “hacer con nuestras manos un algo tangible”…. No es que aspirásemos a ser “aprendices” del oficio, sino que unas cuantas recomendaciones nos dejaban en disposición de ponernos manos a la obra, más como un juego capaz de incrementar o desarrollar habilidades y aficiones, que como una adquisición de conocimientos profesionales.

Y es que en palabras recogidas en la Memoria del Ramiro58-59, los talleres, en el Instituto Ramiro de Maeztu, “no son unos talleres profesionales donde los alumnos vayan a aprender un oficio, sino adquirir una habilidad manual y unos conocimientos sobre unas técnicas que las asignaturas del Bachillerato general no dan y se han considerado de verdadera utilidad en la formación”. También se dice allí, que “la actividad manual prepara al muchacho para la vida ordinaria y le ofrece una posibilidad de orientación profesional según sus aptitudes”. Además los profesores, “sobre todo los que se dedican a las ciencias experimentales”, habían constatado que “alumnos muy inteligentes en el aspecto científico, al llegar a la experimentación en el laboratorio fracasan por falta de adiestramiento manual”. En el Ramiro, sí se dieron cuenta, afortunadamente para los que tuvimos ocasión de asistir a los “talleres”, que “pedagógicamente el ejercicio de las manos influye sobre la inteligencia y el desarrollo fisiológico; ejerce una función bienhechora en la formación de la voluntad, por el cuidado y exactitud que hay que poner en el trabajo; educa el espíritu de empresa; suscita la constancia, la confianza y el dominio de sí mismo; induce a las buenas costumbres, y en muchos casos despierta aptitudes que hubieran pasado inadvertidas”.

A nosotros, en los tres últimos cursos de bachiller, nos dejaban elegir aquel “taller” que más nos gustase o se acercase más a nuestras inquietudes. En la Memoria del Ramiro58-59 se cita la existencia de talleres de
Fotografía
Encuadernación
Carpintería
Metalotecnia
Automovilismo
Transmisiones,
a los que asistían alumnos de los cuatro últimos cursos de bachillerato. Manolo, en las Memorias de nuestra promoción ha recogido, además, estos otros tres:
Aeromodelismo
Electricidad
Imprenta.

La verdad es que yo no recordaba tantos…. Por mi parte recuerdo que elegí Encuadernación (allá por 4º), Carpintería (posiblemente en 5º) y no sé si Electricidad o Transmisiones, pero el “resultado” fue una Radio de galena, que funcionaba y todo, y que lamentablemente desapareció, tras haber quedado durante el verano en una exposición de los trabajos realizados en los talleres de 6º. ¡Una lástima…!. Me queda, sin embargo, algún libro encuadernado, que podéis ver en la foto, (no quedó mal del todo ¿verdad? y aún "se mantiene sin descuajeringar", aunque bastante rozado....).



 Además de enseñarnos el “arte” de coser los cuadernillos (según una extensa variedad de nudos), tuvimos que manejar la cizalla (¡peligro, muchachos! os podéis dejar los dedos…), y tras poner y forrar las tapas, utilizábamos “pan de oro” para dejar grabadas nuestras iniciales. Esto lo hacíamos con ayuda de un útil metálico, en cuyo final, se montaban las letras, y que una vez candente se presionaba sobre la lámina de pan de oro y el libro. El pan de oro debía ser caro…., o no nos veían con la habilidad suficiente para poner el nombre del libro en el lomo. De todas maneras ahí queda aún visible el “F.A.”.

Recuerdo que en el taller de Carpintería comenzamos haciendo una sencilla "leja" (o "repisa", o como quiera que se llame) de marquetería, toda ella calada siguiendo un modelo muy sencillo formado por tres piezas que ensamblaban entre sí. No sé si por la endeblez del material perforado, o porque no debió quedar muy "decente", el caso es que esta pieza no ha logrado superar el paso del tiempo.

Lo que sí conservo, gracias a mi madre que la mantuvo hasta su muerte, y utilizaba como contenedor de esos detalles de gran valor sentimental para ella, “regalos” de mis hermanos y míos (como eran las felicitaciones que le dibujábamos por el día de la madre, o los recordatorios de la primera comunión,…), una caja de madera con un laborioso “trabajo” en la tapa y los costados, realizado a base de formón y maza.



 

Aunque no se ve en la foto, la caja se sustenta sobre unas patas realizadas en el torno, con bastante impericia; es decir ninguna de las cuatro, tiene el mismo perfil ni tamaño (aunque esa fuese la intención primigenia). También se observa que manejábamos la fresa (me figuro que con ayuda) para hacer el contorno de la tapa y la base….

Y en el interior de la tapa, escrito a lápiz, con letra poco cuidada, aún sin formar del todo, se puede llegar a reconocer, con cierta dificultad, la inscripción "Francisco Acosta, lunes", y posiblemente también "4º A"…..

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